El Big Data vive entre nosotros.
Por Javier Menendez Pallo, director Cloud Services de ILUNION IT Services.
Hace unos días comentaba con unos amigos la cantidad de avances tecnológicos que hoy son parte de nuestro día a día y que hace unos años nadie hubiera creído. ¿A quién no le ha pasado aquello de estar llegando al sitio donde has quedado con alguien y no atinar correctamente con la dirección? Acto seguido, le mandas a tu amigo por WhatsApp un “mándame la ubicación que creo que estoy aquí al lado”.
Parece una acción de lo más trivial, pero la cantidad de información que se ha generado con ese simple gesto es ingente. Por si no lo sabías, te enumero algunas cosas que han sucedido durante nuestro ejemplo:
En primer lugar, al enviar el mensaje de “mándame la ubicación que….” se han almacenado unos cuantos datos, como, por ejemplo, el mensaje en sí mismo, el emisor, el receptor, la ubicación desde la que se envía, la fecha, la hora, y hasta las antenas (tres, en el mejor de los casos) que han captado la señal de tu terminal y le están dando señal.
El amigo que te envía la ubicación ha generado más o menos el mismo volumen de información para responderte, pero además, antes de enviarte la ubicación, debe haberla obtenido, cosa que, como ya sabes, se hace a través de GPS o triangulación de señal, posicionando esa ubicación en un mapa y enviando una imagen especial, que lleva asociadas las coordenadas de la ubicación (o latitud y longitud, como las llamamos).
Por último, la ubicación llega a tu teléfono y tú abres tu navegador por defecto, que vuelve a localizarte para poder hacer el camino hacia la ubicación que te han enviado, trayecto en el cual enviarás tu ubicación exacta un sinnúmero de veces para saber si vas en la dirección correcta. Y piensa que en cada envío de esos en los que vas haciendo camino, la historia vuelve a empezar: tu ubicación, emisor, receptor, posicionamiento, etc.
Es importante que sepas que toda esta información, inservible para ti una vez que has llegado a destino, ha sido almacenada en algún sitio y permanecerá así hasta que se borre. Y ahora, multiplica esto por millones de usuarios, de minutos, de horas, de lugares… y obtendrás una cifra de esas muy largas y difíciles de escribir.
Otra característica del Big Data es que normalmente la información es desestructurada y heterogénea, es decir, se refiere a la misma cosa, pero cada elemento de información no tiene por qué tener el mismo formato que su hermano. En nuestro ejemplo, los datos de latitud y longitud no tienen nada que ver con el mensaje de WhatsApp en sí mismo, aunque todos los datos hacen referencia al mismo problema y son útiles para la misma cosa: llegar al sitio en cuestión.
El Big Data tiene multitud de aplicaciones, pero una de las más utilizadas en la actualidad es la búsqueda de patrones de comportamiento sobre esa información con un objetivo muy orientado a las herramientas de marketing.
Para que quede más claro, imagina el valor que tendría conocer dónde realizas tus compras, sean físicas o digitales, con el objetivo de enviarte ofertas personalizadas según tus gustos, costumbres y momentos en los que realizas tus compras. Toda esa información ya se tiene hoy en día, se sabe de quién es el móvil, se sabe dónde ha estado, se sabe dónde navegas, se sabe dónde estás más tiempo, se sabe a quién pertenece una tarjeta de crédito y se sabe dónde y qué cosas ha comprado. Almacenar y estudiar esa información es Big Data puro y duro, pero lo más interesante es prever el próximo movimiento, o lo que es lo mismo: sobre la base de tus comportamientos anteriores, predecir los comportamientos futuros. Hay varias técnicas de predicción y su conjunto se llama Machine Learning, o “el efecto Bruja” como acostumbro decir como chascarrillo cuando imparto sesiones sobre este tema…. pero eso es costal de otro artículo.
También existen aplicaciones del Big Data mucho menos interesadas desde un punto de vista humano. Por ejemplo, estudiar el comportamiento por el cual determinados genes provocan o no el cáncer ha sido una investigación muy conocida que ha tenido gran éxito, pero otras menos conocidas han servido para predecir el tráfico en algunas ciudades o detectar acciones del crimen organizado en otras. Las aplicaciones son infinitas. Imagina predecir el tiempo que tendremos en la próxima estación fijándonos en los comportamientos y variaciones pasadas… seguramente un fabricante de helados consideraría crítica esa información.
Y qué tal prever la asistencia a determinado espectáculo estudiando el comportamiento masivo en redes sociales, seguramente para los responsables de la seguridad es información vital. ¿Y un ejemplo final? ¿Sabías que estudiando las facciones de la cara de una persona frente a un cajero electrónico puede saberse si el retiro que está haciendo se está realizando mediante coacción o no? ¿Ciencia ficción? Para nada, ese proyecto ya existe, ha sido ejecutado por una entidad bancaria muy conocida y y ya ha pasado la etapa de pruebas con un acierto del 100%.
Seamos conscientes o no, el Big Data está aquí y depende de cada uno utilizarlo para un fin útil, con el cual seguramente podremos mejorar el día a día de todos nosotros, y generar así más Big Data.
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