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Desarrollo humano y estabilidad en el empleo

Hoy en día, nadie pone en cuestión la relevancia que ha tenido en nuestra sociedad la incorporación de la mujer al mercado laboral y cómo ha actuado de motor del cambio contribuyendo de forma muy positiva en conseguir una sociedad más justa e igualitaria. 

Del mismo modo sucede con la integración de la discapacidad en el entorno laboral, aunque quizás aquellos que no conviven de cerca con esta situación no sean tan conscientes como los que, afortunadamente, tenemos la suerte de poder vivirlo a diario.

Si estamos de acuerdo en afirmar que ambos ejemplos han supuesto avances sustanciales en el camino por conseguir una sociedad más plural, donde el individuo se sienta plenamente realizado como persona y las empresas sepan gestionar la diversidad, es también necesario que nos hagamos estas mismas reflexiones antes de acometer un proceso de restructuraciones de platillas que conlleve la extinción de contratos laborales.

Los que llevamos algunos años trabajando para los departamentos de RRHH, estamos viviendo el cambio de la gestión del capital humano hacia una búsqueda de fórmulas de viabilidad que puedan garantizar el empleo y evitar así las rescisiones de contratos. Los juzgados están colapsados y los noticiarios nos salpican a diario con noticias referentes a despidos de trabajadores que se llevan a cabo por empresas de todo tipo.

En este contexto de incertidumbre e inestabilidad social y económica es imprescindible tomar decisiones que estén bien meditadas sin dejarnos llevar por la precipitación. Es conveniente recordar a las empresas que a la hora de afrontar el despido de un trabajador, éste suele estar aparejado de importantes indemnizaciones, además, genera conflictividad laboral y mal clima en la compañía, deteriora la imagen de nuestra empresa y, en ocasiones, conlleva la pérdida al acceso de bonificaciones y/o subvenciones. Por tanto, parece coherente pensar que, en beneficio de la propia empresa, el despido debiera ser la última de las decisiones que se debe afrontar.

Por el contrario, no se tiene muy en cuenta que la estabilidad en el empleo fomenta la confianza y la motivación de los trabajadores y, por consiguiente, se promueve en paralelo la productividad de la empresa.

Asimismo, sucede con la formación y el desarrollo, donde las partidas presupuestarias han sufrido una merma considerable en la mayoría de las compañías.

En definitiva, nuestra sociedad ha vivido muchos cambios hasta conseguir notables avances sociales y económicos, que, en tiempos de crisis como el actual, debemos preservar y proteger más que nunca.

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